lunes, 7 de febrero de 2011

Esto también pasará.

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: “Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.”

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudiera ayudar en momentos de desesperación total… Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuido de el, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consulto. Y este le dijo: “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en el palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje” el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo doblo y se lo dio al rey. “Pero no lo leas” le dijo “Mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo solo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación”

Ese momento no tardo en llegar. El país fue invadido y el rey perdió su reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar su vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llego a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él seria el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir adelante y no había ningún otro camino.

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, saco el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARA

Mientras leía “esto también pasara” sintió que se cernía sobre el un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían de haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejo de escuchar el trote de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Doblo el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquisto el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes… y el se sentía muy orgulloso de si mismo.

El anciano estaba a su lado y le dijo: “Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje”

“¿Qué quieres decir?” pregunto el rey “Ahora estoy victorioso. No es solo para cuando seas el ultimo; también es para cuando seas el primero”

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasara”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado.

Entonces el anciano le dijo: “Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza misma de las cosas.”

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El mensaje de la historia es sencillo de comprender: todo lo de este mundo pasa, tanto lo que sentimos como bueno, y aquello que sentimos como malo. Lo importante esta en no quedarse empantanado en el mundo de las sensaciones, en el fugaz destello del placer o del dolor, sino que el triunfo se encuentra en ver más allá, en lo que es eterno y no efímero, y concentrarse en trabajar por llegar a ser la mejor persona que podamos llegar a ser.

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Esta historia me ha gustado mucho porque la he leído justamente en un “momento de desesperación”. Me habría gustado de igual forma pero me ha impactado más por esa razón…

Nuevamente, como siempre, les agradezco a los que aún continúan visitando mi blog pese a que no lo actualizo mucho, y me disculpo por lo mismo.

En estos momentos estoy verdaderamente mal puesto que mi querido primo murió en un accidente hace poco. Me ha pegado bárbaramente. Él, otra prima y yo, éramos como los tres mosqueteros, por ser los únicos de la misma generación. En los últimos años, por ser adolescentes y eso, no habíamos estado tan unidos, pero eso no cambia todos los momentos que vivimos juntos y los sentimientos que desarrollamos. Pero como dice la historia… “esto también pasará…” mientras, espero puedan soportar un tiempo más sin mi por aquí…

He dejado todo de lado y he estado ocupada y cansada por las misas y todo lo referente a ello. Me disculpo con Maw por no tener absolutamente nada avanzado en cuanto a los dibujos; con Katy por tardar tanto en terminar la reedición de Los Elegidos; con Aru por no poder hablar con ella; y con las demás personas a las que incordio de alguno u otra manera en estos momentos, en especial a los seguidores que esperan una nueva tira pronto.

También voy a empezar en la universidad y eso me mantendrá ocupada por un tiempo… estoy nerviosa… cuando pronuncio “universidad” siento un nudo en el estomago… Es un paso tan grande en la vida y aún me considero tan pequeña e insegura como para tomarlo que me da nervio el solo pensar en lo que enfrentare… pero el nervio también pasara y me acostumbrare y seguiré adelante… terminare mi carrera, trabajare, me casare, tendré dos hijas! *stop* voy muy rápido… =P

Les agradezco de nuevo por su seguimiento…

Hasta que volvamos a encontrarnos…

Atte:
Mundo

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